sábado, 17 de abril de 2010

Las Flores de Mayo: Reorganizar el Tiempo

En nuestro viaje por el cosmos sobre la nave tierra, tenemos que hacer adaptaciones constantes. Recuperar el control del reloj interno nos puede ayudar a vivir la vida desde una nueva perspectiva. Mayo es el mes ideal para el milagro y las Flores de Bach, nuevamente las aliadas.

Todas las cosas nos son ajenas; sólo el tiempo es nuestro.
Lucio Anneo Séneca.

Imaginar que cuando las hojas caen se desbarata la película de Maia, la ilusión, y podemos concentrarnos en lo esencial, eso que trasciende a toda circunstancia. Maia, Mayo, un juego de palabras que me invita a romper, como el otoño, todos los vestidos que me caracterizan como personaje hasta quedar desnudo, como persona. Desnudo como el árbol.

Y mientras me paro despojado de toda ropa (en mi mente, para no terminar de escribir en una comisaría), frente a mi amigo árbol, recuerdo al Dr. Bach y su esencia floral de Agrimony. Esta flor nos enseña, como el otoño, a quitarnos máscaras y trajes.

"Agrimony es para personas joviales, alegres, bromistas, que aman la paz y se angustian con las discusiones o disputas, para evitar las cuales consentirán en renunciar a muchas cosas. Aunque generalmente tienen problemas y se sienten atormentados, inquietos y preocupados, tanto física como mentalmente, lo ocultan detrás de sus chistes y sus bromas, por lo que son muy apreciados en sus círculos de amistades. Con frecuencia, tienden a los excesos en el alcohol y las drogas, para estimularse y ayudarse a sobrellevar con alegría sus preocupaciones".

Pisa el acelerador
En un maravilloso curso de astronomía, hace unos días, nos contaba el profesor que nuestro ritmo circadiano está adaptado a cuando la tierra se movía más rápidamente. Ahora se desplaza más lento que hace 5 o 6 mil años, pero nuestro cuerpo no se acostumbró aún.
Me quedé pensando.


  • ¿Será ese pequeño detalle el que nos está enloqueciendo?

  • ¿Estaremos forzando a los acontecimientos a ir más rápido de lo que pueden?

Maestros de la antigüedad ya nos han transferido las herramientas para recuperar la velocidad en la que nuestro cuerpo, mente y espíritu están sintonizados: la respiración es el puente entre las dos mentes, y existen precisos caminos para calibrarlas.

La impaciencia es una de las enfermedades del alma que nos impide vivir, transformándonos en una maquinaria que se mueve a gritos y bocinazos. El Doctor Bach lo sabía hace 70 años, y cuando definió a la esencia floral de Impatiens dijo:

"Es el remedio indicado para las personas rápidas para pensar y actuar, o que desean que todas las cosas se hagan sin vacilación ni demora; por ejemplo, los que se sienten ansiosos de una pronta recuperación de una enfermedad.
Por lo general, encuentran muy difícil ser pacientes con las personas más lentas, dado que consideran esto como un defecto y una pérdida de tiempo, y se empeñan por todos los medios en lograr que los demás actúen con mayor diligencia. Con frecuencia prefieren trabajar y pensar solos, ya que así pueden hacer todo a su propio ritmo".


Muchas de las consultas que me envían estos días sobre las Flores de Bach se refieren a la búsqueda de caminos para recuperar la alegría de vivir. Es que en el otoño, la tierra mantiene latente el proceso creativo que explotará en primavera. Tiempo de reposar, de reorganizar las energías, de nutrirnos. Cuando el Doctor Bach eligió agrupar a varias de sus esencias bajo el tema “falta de interés en las circunstancias actuales”, imagino que además del mensaje obvio estaba subyacente la necesidad del alma de vivir en el aquí y ahora, para aprehender las vivencias en forma plena, total. A mí esta elaboración me resulta muy similar a lo que mencionaba en el apartado anterior, aunque la mente se pare en distintos puntos de la linea temporal, no exactamente apurándonos, ¿qué opinás?
En este grupo gravitan las esencias de
· Clematis (para quienes están “en la luna”),
· Wild Rose (la flor del entusiasmo),
· Honeysuckle (para la nostalgia),
· Olive (para el agotamiento),
· Mustard (para quienes ven todo negro),
· White Chestnut (para aliviar la obsesión y la tortura mental),
· Chestnut Bud (aprendizaje)

Cada una con sus particularidades, son flores que nos pueden reencausar en esa tarea tan difícil y placentera a la vez que es “saborear la vida”. Tan ocupados estamos como sociedad en prolongar los años que permanecemos de pie, que nos olvidamos para qué vinimos.
Sería la diferencia entre vivir y durar.

Con un poco de práctica…
Por eso, amigo o amiga que estás leyendo, te invito a soltar la revista un rato y sonreír (otra vez Wild Rose), hacer de la sonrisa tu ejercicio de hoy, regalar sonrisas a todos los que te cruces, mientras imaginás esos pétalos rosados llenando de luz cada célula de tu cuerpo. ¿Te animás al milagro de mantener todo un día la sonrisa en tu hermoso rostro?

Y bueno, parece que con el Wild Rose, así que les regalo un cuento en el que triunfa el entusiasmo:

El salto de la rana


- No es fácil ser quién sos. Te lo dice el pez, que de esto sabe. O estás en el agua, o estás en la tierra, no podés jugar a dos puntas.
La rana vivía atormentada, sentía curiosidad por salir a jugar saltando por la tierra, pero dejaría la seguridad del agua, de saber quién era. Y por otro lado en el agua se sentía vacía, como si le faltara una parte de sí.
Quedate acá, hacé lo que te dice papá”, le decía el pez una y otra vez. Allá no sólo estarías fuera de casa, sino que además de los infinitos peligros te va a terminar pisando un hombre.
¡Horror!¡Un Hombre! Esos pies enormes que pertenecen a los que no miran, perdidos siempre en su orgullo o sus pensamientos. Pisadas apuradas que pueden terminar con mi vida sin siquiera notarlo.
La rana se conformó por un largo tiempo y se mantuvo oculta, añorando siempre lo que podría haber sido su otra vida, si tan sólo se hubiera atrevido a salir.
Pero el Señor Tiempo no permite que nada se mantenga igual, y finalmente una tarde envió una descontrolada lluvia que hizo desbordar el lago, obligando a todos a tomar importantes decisiones.
Los humanos se escondieron en sus casas, el pez se fue más y más profundo hasta donde la tormenta no llegara, y fue la rana quien quedó recibiendo, en cada baldazo de agua fría un tremendo golpe húmedo a su necesidad de salir. En medio del terror generalizado, su mente se aquietó y se transformó en certeza. Sin importar lo que ocurriera, no iba a morir sin haberlo intentado.


Ignorando que era imposible, la rana tomó impulso y saltó a la tierra por primera vez…

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